En la historia hay gente que deja huella, más que dejar huella, es el tiempo que los estaba esperando.
Uno de ellos fue Nelson Mandela, que nos dio una gran lección con su comportamiento, que estuvo veintisiete años encerrado en la cárcel, pero mientras estuvo allí preso aprendió algo muy eficaz para su vida, que su mente no tenía que estar encerrada en una jaula, y su mente era libre creando su realidad. No es que se había liberado de las rejas de la cárcel, las rejas estaban allí, pero su mente no. Todo lo creamos dentro de nosotros, Él creó su realidad sin odio, ni rencor, y desde el Amor. En fin, tenía que estar ahí dentro gran parte de su vida, pues a tomárselo con buena filosofía. Para él, eran los carceleros los que estaban presos en sus jaulas, que al fin y al cabo ese era su trabajo: mantener la disciplina y el orden, a base de los métodos que hicieran falta, y no creo que estos métodos fueran a base de besos y abrazos.
El odio genera odio. El Amor disipa el odio.
Buda.
La historia de Nelson Mandela es el reflejo de que las cosas pasan tal y como tienen que pasar. Me explico, su padre era el jefe de una tribu de tantas que pueden haber por esas tierras. La cuestión es que él tenía que ser el heredero y ser el futuro jefe de dicha tribu. Pero había una cuestión, tenía un matrimonio concertado: se tenía que casar con alguien que no era para nada de su agrado, esto hizo que huyera de sus obligaciones, abandonando el poblado y así huyendo de su destino, o en busca de lo que le tenía preparada la vida para él. ¿Qué hubiera pasado si la chica con la que se tenía que casar hubiera sido de su agrado?
Pa que veáis lo tontos y subnormales que llegamos a ser. El día que lo enterraron fue un acto que se televisó en casi todo el mundo, con la colaboración en las imágenes de una persona que lo hablaba en lengua de signos. Bueno, de una persona, mejor dicho: de un personaje, porque hay que ser mu tonto para exponerse a las consecuencias de lo que hizo: No pasaron ni cinco minutos cuando empezaron a llamar por teléfono, quejándose de que ese tío no tenía ni puñetera idea de lo que estaba diciendo por signos. Al día siguiente o al otro ya estaba criando malvas.
el tiempo
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