IMAGENES capitulo III

Las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el universo.

Galileo Galilei.

Ya os digo Yo que el funcionamiento del Cosmos es más sencillo que el mecanismo de un botijo. Todo son números, ángulos, matemáticas.

Cada plano de dichas menudencias o de los átomos, está compuesto por diferentes sistemas numéricos. Todo el movimiento se basa en cómo estos números se mueven en el átomo en sus secuencias numéricas correspondientes, y cada una en el plano o universo que les toca, siguiendo la pauta que tienen que tener en el movimiento, donde los tres universos coexisten en un mismo punto: en cada átomo.  

Tenemos dos clases de dígitos, los que tienen algún valor, y el que no: el cero. Y esa es la esencia de las fuerzas. Y si no, observad la misteriosa teoría de uno de los más grandes que hemos tenido, ya no solo en el campo de la energía, también como persona comprometida con los intereses de la humanidad. Me refiero, cómo no, a Nicola Tesla, que afirmaba que la energía está en el tres, el seis y el nueve, pero se acompañaba del código binario universal, con el 1 2 4 8 7 5. Ahí tenéis toda una clase de dígitos en una de las fuerzas: la energía, la fuerza del macrocosmos, donde el cero tan solo está complementando a dicha fuerza.


Empecemos por el microcosmos donde el cero es la fuerza en este plano: la fuerza de la gravedad, y le acompaña un falso 1, la esencia de los dígitos con algún valor: un bit.

En los planos del microcosmos ahí hay poco que rascar, simple y llanamente los ceros y los unos plasmados en cada cara de estas menudencias. Planos enteros llenos de ceros y unos, ahí ya tenemos un sistema binario.

Aquí en el microcosmos la fuerza sería la fuerza de la gravedad, que lo representa el cero: el espacio vacío plasmados en los planos del microcosmos(el espacio con el formato en 2D), y se complementa con ese falso uno, lo que en el fenómeno del movimiento sería el tiempo de Cronos.


Y en el macrocosmos, lo que decía uno de los más grandes, sobre dónde estaba la energía.

Tesla afirmaba que la energía estaba en el 3 el 6 y el 9, y se acompañaba del código binario universal, con el 1 2 4 8 7 5. Pues ahí tenemos toda una clase de dígitos, los que tienen algún valor, y esto es lo que le da la fuerza a la que es intangible.

Y el digito que falta, el que no tiene ningún valor, el cero, el espacio vacío. Como no tiene ningún valor, tan solo está complementando a dicha fuerza en el macrocosmos.

Ósea, que todos los dígitos con valor estarían en la cara del tiempo de Aion, y el cero sería el espacio vació que tiene que haber de separación entre cada menudencia (lo que serían los átomo en el fenómeno del movimiento).

El código binario universal es una secuencia de creación del universo, me explico, una cedula al doblarse se convierte en 2 cedulas, estas al doblarse se convierten en 4 cedula, y así sucesivamente. Con la particularidad de que en binario el primer dígito sería un uno y a continuación todos los demás serían ceros. Pero si vemos desde su movimiento, del 1 va al 2, el doble, y en binario el 10. Del 2 al 4, me doblo, en binario 100, del 4 al 8, en binario 1.000, del 8 al 16. Aquí ya entraría la filosofía de la numerología: el sumar los dígitos hasta que quede solo uno, o sea 1 más 6, 7, en binario 10.000, del 7 al 5, el doble de 16, 32, 3 más 2, 5, en binario 100.000. el doble de 32, 64, 6 más 4, 10, o sea que vuelve al 1, y en binario 1.000.000, y así hasta el infinito y más haya.


Si observamos el como se van acoplando cada dígito, cada secuencia numérica en todo el movimiento: “Dios escribiendo poesía en el Cosmos”, como diría Galileo Galilei.

También tenemos el sistema pentagonal, que es el producto del acoplamiento de dichos dígitos.

Tenemos cinco parejas de dígitos formando un pentagrama, todos estos dígitos, tanto el 3, 6, 9, como el código binario, están perfectamente emparejados y ordenados en cinco parejas cuya suma dan 9 (son parejas menos el 9),1+8=9, 2+7=9, 3+6=9, 4+5=9 y el 9. Cinco parejas acopladas perfectamente formando el sistema pentagonal.

.EL CODIGO BINARIO CAPITULO VI

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